Investigación identifica remolino en el mar interior de Chiloé de más de 10 kilómetros de diámetro

Tesis de geofísico de U. de Concepción detectó evento marino que crece en verano.

Los grandes remolinos provocan diversos procesos oceánicos, como modificar el nivel del mar, transportar calor y salinidad e intercambiar nutrientes entre diversos niveles y áreas oceánicas.

Un remolino marino de unos 15 por 17 kilómetros de diámetro existe en el Golfo de Ancud, mar interior de Chiloé, según reveló un estudio de modelación numérica realizado por el ahora geofísico de la Universidad de Concepción Tomás Valderrama Platz. Antes de este estudio existían hipótesis acerca de la probable existencia de un remolino que caracteriza a esta zona marítima chilena, pero es la primera vez que se identifica científicamente.

La tesis de grado fue dirigida por el investigador del Departamento de Geofísica de la U. de Concepción Andrés Sepúlveda Allende, quien se dedica a este tipo de investigaciones de modelación oceánicas, que permiten conocer el comportamiento físico del océano basado características como temperatura, corrientes marinas, densidad, salinidad, aporte de nutrientes, entre otras variables.

Los remolinos tienen gran importancia para muchos procesos oceánicos, pues generan enormes variaciones en el nivel del mar, transportando y redistribuyendo la salinidad y el calor entre las distintas masas de agua, e intercambiando calor y agua con la atmósfera. Por tanto, juegan un papel muy importante en la mezcla de capas oceánicas, intercambiando nutrientes y otros elementos entre zonas superficiales y profundas y entre su zona de ubiación y su entorno.

“De modo general, este descubrimiento es relevante debido a que los remolinos, en especial de esta escala, son difíciles de detectar. Por lo tanto, muestra la importancia que tiene el monitoreo a través de datos numéricos. La zona es de bastante interés tanto económico como ecológico, por lo que esto significa un paso adelante en el estudio y comprensión del área”, destacó Valderrama.

En la investigación “Remolinos en el Golfo de Ancud: un análisis numérico”, Tomás Valderrama señala que “se cuantificó el número de eventos diarios observados en un período de 742 días entre 2018 y 2019”, observándose una “variabilidad estacional, su dimensión, las coordenadas donde se genera su centro y la profundidad que posee”. Detalla que los resultados permitieron determinar “que se trata de un remolino permanente, de dimensión variable de entre 10 y 40 kilómetros de diámetro”. Este fenómeno posee una estacionalidad, observando remolinos con mayor dimensión promedio en verano.

“Al ser la zona de interés pesquero, particularmente de la acuicultura, la existencia de un remolino… podrá acercarnos más al estudio del comportamiento de partículas, como larvas”. Pero además, “se podrá entender de mejor manera los tiempos de residencia del agua para tomar mayor conciencia en casos como el de floraciones algales nocivas (marea roja) de 2016 u otros eventos contaminantes”, explicó el investigador.

El mar interior de Chiloé corresponde a un sistema marino conformado por el Seno de Reloncaví, el Golfo de Ancud y el Golfo Corcovado. Se conecta con aguas oceánicas mediante el Canal de Chacao en la zona norte, mientras que en la zona sur lo hace a través de la Boca del Guafo. El Golfo de Ancud se extendiende entre la Isla de Chiloé y el continente. Se trata de un sistema de tipo estuarino con los pasos Nao y Queullín (Seno de Reloncaví) por el norte, el Canal de Chacao por el noroeste y los pasos Apiao y Desertores por el sur.

Según indica la misma investigación, ahora corresponde “estudiar la dinámica de la zona para determinar la generación del remolino. También se debe estudiar su efecto sobre las partículas de agua, tanto con modelación de partículas como mediante datos en terreno. Y se debe evaluar el impacto biológico que causa este remolino”. Aspectos que el propio geofísico Tomás Valderrama espera iniciar con una siguiente investigación en el marco del Magíster de Geofísica de la U. de Concepción.

Para el estudio se usaron datos de esta zona marina de hasta 250 metros de profundidad, como temperatura, salinidad y velocidad zonal y meridional de la corriente, provenientes de salidas del Modelo Operacional Sur-Austral, MOSA. Este es un modelo numérico basado en un sistema de modelación mayor, CROCO, desarrollado por el Instituto de Fomento Pesquero, el cual nace en respuesta a la necesidad de mejorar la gestión y control de las áreas de explotación marina de las regiones de Los Lagos y Aysén, explica el trabajo co guiado por el geofísico Osvaldo Artal, investigador del IFOP.