Ocho factores se sumaron para que ocurriera el aluvión sobre la Villa Santa Lucía, pero a pesar de su cantidad estos elementos pueden volver a coincidir en otras áreas del sur de Chile para generar nuevos deslizamientos, por lo que se deben tomar las medidas de gestión y mitigación de riesgo como estudiar las zonas de peligro.
Así lo destacó hoy el Dr. Rodrigo Abarca del Río, físico del Departamento de Geofísica de la Universidad de Concepción, quien señaló que llegó a esta conclusión tras analizar diversos fenómenos naturales junto a Robert Brümmer, geógrafo del Instituto Ciencias de la Tierra de la Universidad Austral.
El primer factor que desencadenó el deslizamiento son las lluvias intensas que se produjeron días antes del evento, las que arrastraron tierra, nieve, hielo de un glaciar, troncos y cenizas volcánicas. Llovió unos 120 milímetros en algunas horas, cuando en todo el año se acumulan unos 3.500 mm.
Aunque este tipo de lluvias son normales en la Región de Aysén, el calentamiento global –segundo factor- y el fenómeno de El Niño –tercer gatillante- provocan que la isoterma cero, el límite entre la precipitación de lluvia o de nieve, suba a mayor altura. Como además normalmente las precipitaciones aumentan con la altura, genera más lluvia líquida disponible para saturar el suelo, por lo que toda es arrastrada ladera abajo. Además de que la nieve está menos consolidada por el aumento de temperaturas y por una mayor acumulación en invierno respecto de otros años, por lo que la lluvia penetra la nieve y logra arrastrarla.
Pero El Niño no sólo provoca el aumento de las temperaturas y de la isoterma cero, sino también está generando lluvias más intensas en un menor período de tiempo, lo que hace que el agua acumulada y el material que ésta pueda arrastrar sean mayores en cortos períodos. Este es el quinto factor que produjo el aluvión.
¿Pero por qué no ocurrió esto antes? Aquí entra en juego el sexto factor, que aunque no está demostrado es de alta probabilidad: la erupción volcánica del Chaitén de 2008. Ello porque ese volcán emitió cenizas y quemó árboles que se mantienen en las montañas y laderas de la región, que en caso de lluvias intensas producen material extra que bloquea los causes de ríos y esteros, paso previo para el origen de un aluvión. Y no ocurrió antes porque desde la erupción del Volcán Chaitén, este 2017 es el primer año en que la lluvia volvió a cifras normales tras una década de sequía.
Uno o varios de estos elementos generaron el desplazamiento de una parte de la montaña, debido a la saturación de agua. Este movimiento de material puede ocurrir por mayor peso de nieve o cenizas, presentes por las razones antes indicadas por el experto.
Los otros dos elementos que permitieron el evento natural, explica el doctor en geofísica, son geomorfológicos, es decir, tiene relación con el sitio del suceso. Primero, está rodeado de pendientes fuertes que nacen en gran altura, lugares propicios para estos fenómenos. Y algo clave en que el deslizamiento se produjera sobre un sector poblado: la ubicación de la Villa Santa Lucía, exactamente en un área de acumulación de antiguos aluviones. “Si una observa el lugar con GoogleMaps, por ejemplo, se puede observar claramente que la villa está situada justo encima de un abanico de relleno de sedimentos antiguos provenientes de los cerros aledaños, traídos desde los causes de dos de los tres ríos que allí convergen”, señaló el profesor Abarca.
Esto significa que la villa fue construida sin consideración de los riesgos naturales, pues “este tipo de eventos ya se produjeron y se seguirán generando, por lo que la villa no debiera reconstruirse en el mismo lugar y se debiera realizar un estudio interdisciplinario para determinar la exposición a esta amenaza en otros poblados del sur, incluyendo el impacto de los sismos”, propuso el académico de Geofísica.